sábado, 5 de setembro de 2009

Economia solidária


Com a pesquisa “A Economia Solidária como Novo Movimento Social”, Paulo Marques (foto) a partir de seu doutorado em Granada (Espanha), conceitua os movimentos sociais contemporâneos na luta anti-capitalista da atualidade, avaliando o estágio e processo que vem configurando-se em um “movimento social de Economia Solidária”. Paulo Marques é do Coletivo Brasil Autogestionário.


LA ECONOMÍA SOLIDARIA COMO NUEVO MOVIMIENTO SOCIAL CONTEMPORÁNEO


¿Qué caracteriza a un movimiento social? ¿Es posible identificar una práctica económica colectiva – antagónica al sistema donde está inserto- como un nuevo movimiento social? Esa es una de las principales cuestiones que buscamos analizar en ese trabajo sobre la Economía Solidaria (ES) como movimiento social contemporáneo.[1] Para realizar este estudio debemos tener en cuenta el papel de los movimientos sociales en la sociedad contemporánea, ya sea porque actúan como motores de los cambios sociales o como reflejo de ellos, (Laraña, 1999:13).

En líneas generales es posible identificar los movimientos sociales como una variedad de intentos colectivos para producir cambios en las instituciones sociales, desde el proyecto revolucionario de crear un nuevo orden social hasta toda clase de transformaciones en el sistema de normas, significados y relaciones sociales (Giner, 2006, 579- 580).

La hipótesis que guía la investigación identifica el movimiento de la economía solidaria como un movimiento en construcción que surge como referencia de los llamados movimientos alterglabalización y Antiglobalización (Taibo, 2007; Calle, 2003) cuya expresión mayor son los Foros Sociales Mundiales-FSM, realizados hasta hoy en nueve ediciones (2001-2009) en todos los continentes.

Como objeto empírico de nuestro análisis presentaremos un estudio de la experiencia del Foro Brasileño de Economía Solidaria (FBES), creado en 2003 en el contexto del III Foro Social Mundial.

A partir de fines de los años 1990, una ola de protestas en diversas partes del mundo en contra la globalización capitalista, origina el llamado movimiento altermundialista u movimiento antiglobalización[2]. Sin embargo, son movimientos que buscan allá de acciones de protesta, presentar proposiciones alternativas en el campo político y económico. En el terreno de la política los movimientos apuestan por el desarrollo de formas de democracia directa, como las experiencias de los Presupuestos Participativos, en relación al ámbito económico las propuestas se orientan al desarrollo de fórmulas de economía social y autogestionada, conocidas de forma general como Economía Solidaria u alternativa. (Taibo, 2007: 63).

Son movimientos que nacen como resistencia y enfrentamiento a los impactos de la globalización neoliberal. En Latinoamérica la reacción fue a partir de la clase obrera sin trabajo que encontró en las acciones colectivas de ES una forma de resistencia práctica al problema del paro.

Tras quince años de aplicación del “Consenso de Washington[3]” que propició un crecimiento mediocre e inestable en todos los países de Latinoamérica, es posible avaluar ahora las consecuencias de este modelo de inserción en la globalización a partir de las premisas neoliberales. La más significativa fue la composición y evolución de las clases sociales latinoamericanas. Los años de políticas neoliberales, se caracterizaron por un notable incremento de la desigualdad de renta, por la concentración persistente de la riqueza en las clases más ricas de la población, por la rápida expansión de la clase de microempresarios, por la reducción del empleo público y estancamiento del sector formal. (Dupas, 2005: 39).

El sector más afectado fue sin duda la clase trabajadora. Estudios realizados sobre las cuestiones laborales apuntaron que de los empleos formales generados en Brasil entre 1985 y 2002, la mitad fue en el sector publico, quedando el sector privado con la contratación de puestos de trabajo más precarios, tales como por tareas y temporarios.

Sin embargo tenemos la reacción a ese cuadro de crisis por parte de la clase trabajadora a través de la práctica de la ES. Son innumeras las acciones en ese sentido realizadas en América Latina a partir de la década de 1990. En Brasil son organizadas por movimientos como el MST – Movimiento de los sin tierra, que empiezan a construir cooperativas populares en el medio rural; en Argentina y Brasil se organizan cooperativas de trabajo en empresas recuperadas por sus trabajadores. Otra iniciativa en ese sentido es la creación de muchas cooperativas populares urbanas por parte de la CUT, mayor central obrera de Brasil.

Según Paul Singer, uno de los más conocidos investigadores de la economía solidaria de Brasil, el crecimiento de esas prácticas de producción y trabajo autogestionario es fruto de la diversidad y multiplicidad de experiencias:


“En la medida en que las luchas fueran se desarrollando, hubo un esfuerzo creciente ( y aún no finalizado) de desarrollar una teoría de una “otra economía”, basada en la pose colectiva de los medios de producción por unidades asociativas que poden asumir o no la forma de cooperativas, pues allá de los emprendimientos productivos, compone la economía solidaria otras iniciativas como las organizaciones de micro finanzas, cooperativas de consumo, clubes de cambios, empresas recuperadas de autogestión, entre otras.” ( Singer 2006: 202).


Lo que caracteriza la composición de la ES en América Latina es su origen de clase, básicamente compuesta por trabajadores(as) desempleados(as) e informales, que crean emprendimientos colectivos, organizado a partir de los principios de la autogestión y democracia participativa en las relaciones de producción y organización del trabajo. Son principios antagónicos al capitalismo, por ello tiene una potencial crítica práctica hacia la propia sociabilidad capitalista orientada por los valores de la competición, individualismo y acumulación privada del capital a cualquier costo.

La ES no puede ser entendida solo como una alternativa de generación de empleo. Debe ser entendida como un movimiento social que a través de sus acciones tiene posibilidad de crear transformaciones materiales así como culturales en la sociedad actual, o sea, en el campo material, las acciones de este movimiento tiene propiciado la organización de los trabajadores en cooperativas, asociaciones, recuperación de empresas cerradas. En el campo cultural, las transformaciones producidas son las relacionadas con las nuevas formas de relación de solidariedad, de ayuda mutua, de reciprocidad. O sea, cambios en el terreno de los valores en ese caso de cooperación, igualitarismo y ciudadania (Picollotto, 2008).

En este sentido, la ES en América Latina, adquirió un fuerte sentido de crítica práctica inserta en el contexto de las nuevas formas y movimientos sociales, cuya mayor expresión fue el proceso del Foro Social Mundial que proporcionó un espacio de amplificación de esas prácticas contra-hegemónicas como alternativa a la lógica capitalista así como posibilitan el avance de la creación de identidades de los protagonistas de la economía solidaria.

A partir de este contexto, rápidamente la vanguardia del movimiento de la ES, representada por los nuevos actores sociales que asumirán la dirección de ese proceso organizativopolítico, principalmente las ONGs, pudieran crear espacios de articulación y movilización en torno a este tema. Los foros de ES y las redes constituidas, representan formas de auto-organización que van creciendo tanto en movilización social, como en fuerza política junto a los poderes públicos y la sociedad, no sólo en el ámbito nacional, sino también internacional, en la medida que muchas redes se estructuran como articulaciones supranacionales.

En un estudio sobre la ES, Luis Razeto, utiliza el concepto de Gramsci para un análisis de los retos de la construcción del movimiento social de la economía solidaria que tenga un sentido contra-hegemónico. Según Razeto, el pensador italiano identifica tres grandes etapas u fases que todo movimiento social que plantea un proyecto alternativo debe transcurrir.

La primera es la fase de la escisión, que puede ser también diferenciación u separación, donde el movimiento busca expresar su propia identidad, mostrar que es distinta y afirmar su diferencia en relación a quienes busca superar. Cuando se ha completado la fase de la escisión, o sea, cuando ya se tiene una identidad, se tiene una claridad respecto al que se es, en ese caso, cuando se tiende a pasar a una segunda fase, que es la fase del antagonismo.

En la fase del antagonismo se identifica como la etapa en que “el movimiento empieza a combatir la otra realidad, desde la cual se ha separado: se lucha contra, se le critica, se la denuncia, se desarrolla una acción de lucha, donde se está antagonizando el adversario” (Razeto,s/f).

Pero Razeto señala la advertencia de Gramsci según cual en esa fase hay un gran peligro de que uno se subordine y pierda, y le introduzcan “contrabando ideológico”, y le introduzcan maneras de pensar o racionalidades que no son las propias. Otro peligro es el dogmatismo, pues hay un gran esfuerzo, como muy dogmático, para evitar cualquier contaminación, porque cualquier contaminación debilita el antagonismo.

En el caso de la ES es posible añadir que el movimiento encontrase en una fase de transición entre la primera y la segunda etapa, pues si en la primera etapa hay la búsqueda de identidad en el antagonismo se está experimentando la dependencia del adversario (la economía capitalista), eso porque se está definido como “anti”, como “anticapitalista”, “otra economía”. Pero todavía hay una definición a partir de una negación.

Todavía la etapa fundamental es de la autonomia, que es la más necesaria para que cualquier movimiento que buscan transformar la realidad. En esa fase no hay sólo separación y antagonismo, sino autonomía que consiste en elevarse a un punto de vista superior, que no es lo mismo que separación u independencia. Según Razeto la autonomía es el mayor desafió de un proyecto pues:


“[…]se llega a acceder a un punto de vista más alto, superior, más comprensivo; no solamente estar fuera, que es la separación, no solamente estar contra, que es antagonismo, sino estar sobre, o sea, haber alcanzado una visión más amplia y ser capaz, por lo tanto, de valorar incluso al adversario, de aprender algunas cosas de él y empezar a captarlo, a ganarlo, ya no tener temor de ser absorbido, sino empezar a absorber[…]”[4].


O sea, si construir un proceso contra-hegemónico es ir más allá; es ir en contra la hegemonía de un sistema, pero es también ir en contra los principios creadores del sistema hegemónico y proponer nuevos valores y paradigmas, la ES puede ser comprendida como un nuevo movimiento social con perspectivas contra-hegemónica.

Un ejemplo en el movimiento que realiza la etapa de escisión y antagonismo es la experiencia del Foro Brasileño de Economía Solidaria-(FBES)[5] como instrumento organizativopolítico del movimiento de la Economía Solidaria de Brasil[6] que se propone a partir de una plataforma programática que conforma estrategias de organización y acción política llegar a la etapa de la autonomía, o sea, de un proyecto contra-hegemónico. Por ahora es posible identificar que el FBES está en la etapa del antagonismo, de construcción de identidad y diferenciación hace al adversario, o sea, de la economía capitalista.

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